jueves, 27 de junio de 2019

Calas Blancas, de Emily Rodríguez Santos.

Me convertí en un coleccionista de libros.
Soy un devorador de frases compuestas.
A veces, solo a veces…, escribo poesías.
Y leo…, mientras silban las sílabas a gritos.

El Úrkalo.

Pequeños detalles, que son grandes regalos.



 
De destino en destino.

Ocurren momentos en la vida, que son extraordinarios. Cosas sueltas que hacen de la existencia, un parque temático de alegrías, complicidad y gratas conversaciones. Eso es triunfar.
Esas palabras que suenan, con el tono de una voz tan suave, que no quieres dejar de escucharlas, y adornadas con una sonrisa especialmente auténtica, llenan a uno de ánimo y motivación.
No solo fue el hecho de su grata compañía, si no el detalle que hizo posible esa reunión. Un detalle muy importante que a mi no se me escapa. Un detalle que demuestra la gran persona que es Emily.
Aun se poco sobre su obra, Calas Blancas. No la conocía, hasta que la descubrí, investigando autores actuales gallegos, que escriben en castellano. Vi su página en las redes sociales, y me interesó el argumento de su novela. Su fuerza. Decidí comprar su primera obra, y ponerme en contacto con ella, para que si algún día pasaba por Rianxo, me firmase su libro.
Emily, vino desde su tierra, en la bella comarca de los cañones del Sil, a la mía, en la ría de Arousa, para promocionar su trabajo por las librerías de la zona. Lo que mas me emociona, es que en medio de su apretada agenda, encontró un hueco para hacerme una visita, y así, poder conocerla en persona, y de paso, firmarme su libro. No tengo palabras de gratitud para semejante detalle. Al dedicarme su tiempo, me dio un tesoro que nunca gastaré en el olvido. Con todo mi cariño, gracias, gracias y gracias.

Un fuerte abrazo, con la misma energía positiva que tu tienes, Emily, bueno, o casi, porque igualarte es imposible. Gracias, por venir, gracias, por firmarme el libro y gracias por tus consejos. Espero que lo que lleves de este rincón gallego, te traiga agradables recuerdos.
Artesana compositora de palabras, hoy has encendido los ecos del conocimiento en esa roca metálica…, que es mi cerebro. Toca seguir viviendo. Toca seguir caminando. Toca despejarse.

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