Animales
compañeros.
Se
acercó la noche y salieron a gastar su tiempo, pues la vida le pagó
un día más de su sueldo. Su vínculo se engrandecía a cada segundo
con pequeños momentos que se entremezclaban tapándose unos a otros.
Decisiones y olvidos. Convivencia.
En
el recorrer de la avenida
escogida,
se dieron
cuenta, que aquellas calles estaban enmudecidas
de vida. Ni una flor ni
un insecto. Ni frío ni
calor. Solo la densidad del aire espeso. Se
enfrentaron a la rima de una poesía dramática y
exploraron.
En
un poste de madera, apenas se distinguía en una placa mugrienta,
unas letras pintadas de color escarlata, que rezaban,
“DESESPERACIÓN”.
-
Chamán, esta soledad es inquietante. Me siento emboscado por cientos
de ojos hambrientos de ver, algo más allá, de sus oscuros hogares
muertos. Existe
y se huele una
felicidad exigente y falsa. Atrapados detrás de sus ventanas de
cristal y
aluminio,
se imaginan un mundo
mejor. Distinto de lo que conocen. Algo
que no llegarán nunca a comprender. Su
existencia se cobró antes de nacer. La muerte no negocia, solo coge
lo que le pertenece y se va en silencio, como vino. Se
firma con el último suspiro del aliento.
Están
fundidos con su
rutina eviscerada.
Almas en pena por el
olvido de alguna memoria enferma, se
esconden por las esquinas con timidez, para
espiarnos. Espíritus
errantes.-
Chamán
ni se inmutó, a pesar de estar rodeados por el muro blanco de la
incertidumbre tenebrosa. El paso de las arenas por el tubo del reloj,
era como un segundo parado. Un pedazo de hielo minúsculo que
persistía en un invierno eterno. Flotando en el mar de la
inconstancia, se va diluyendo el aburrimiento hasta el abismo del
hastío. Miedo.
En
el avance, más áspera y cruel era la realidad del entorno. Ruinas y
fósiles se concentran en la alfombra del aburrimiento y la desidia.
Malos vientos de envidias.
Chamán
masculló un melodioso y profundo gruñido.
-
No estamos para cantar canciones, amigo mio, este lugar tiene una luz
apagada que hay que hacer brillar de nuevo. Inversión y
compensación. Su nombre lo inventarán al nacer. La ilusión volverá
a cantar de nuevo, para que gobierne la esperanza y el bienestar, en
este pueblo maldito de calumnias. La limpieza es necesaria.-
Chamán,
ladró con fuerza y con decisión. Era juez de sus propios instintos.
Un maestro del conocimiento más ancestral. Lo coherente. La certeza
del sentido común más básico.
Los
dos se miraron y apuraron el ritmo de su
caminar austero. No
decidió coger las armas incoherentemente… Solo lo hizo porque vio
como el eje del mundo, se retorcía e inclinaba, por el peso de la
maldad y la vanidad humana. Cubrió su rostro, cuando
alzó su vieja cámara,
para inmortalizar la materia muerta, mientras deambulaban recuerdos
de la niñez en su cabeza.
Su cámara era su escudo,
el objetivo su arma. Su
memoria habló.
-
“ Mirando desde la ventana a un muro gris de hormigón. Le
interesaban las formas del musgo que crecían
en él. Era un
microcosmos lleno de vidas singulares. Un mapamundi con desiertos
de cemento y oasis de
líquenes en busca de los rayos del Sol del
amanecer. Las
bacterias bailan
despreocupadas, sin alertarse del gran ojo que las mira y no las ve.
Solo faltaría que los virus me nombrasen dios. Da igual, seguiría
sin verlos.
Ya fui lo que no soy y ya
hice lo que no hago. Sigo aprendiendo, viviendo el presente… Y no
calumnio la presencia del pasado. El
miedo a la muerte, es lo único
que
me mantiene con vida, no le daré la espalda.”-
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