Senda
maldita
Llueve
con suavidad y la luz es gris, en el cielo enmarañado de nubes
toscas.
La
respiración apagada por el cansancio, el corazón a un ritmo
acelerado, el sudor empapando sus frentes y bajándoles por las
mejillas, hasta enjugarse con el cuello de las camisetas. Los cuervos
vigilan sus movimientos con ojos latentes sin parpadear. Otras
pequeñas aves, que se camuflan entre las hojas, en la protección de
la altura de los titánicos eucaliptos que pueblan el bosque antiguo,
sellan su silencio. Árboles, gigantescos, arropados en la base de
sus troncos, por un mar inaccesible de helechos, laurel, zarzamoras y
tojo, crujen con el baibén del viento. A otros los viste la hiedra.
Es sepulcral, la humedad es muy espesa. El camino de acceso es de
piedras talladas por algún cantero. Cantos redondos sueltos, que
ruedan, a causa del desgaste del ajetreo del ir y venir de la gente y
de las lluvias invernales de antaño, patinan por las suelas de su
calzado. En algunos tramos, parches de morrillo y escombros sepultan
surcos profundos.
A
ambos lados de la senda, ruinas de paredes y muros construidos a mano
sin cemento, guían el camino. Bloques de granito entremezclados con
las raíces y la maleza crecida libre y sin control de sega humana,
se quiebran en un abrazo eterno. Todo lo que les rodea está cubierto
de musgo y de cientos de especies de hierbas, matorrales, arbustos y
plantas. La anarquía que rige las leyes de la naturaleza, es
caprichosa. Ella misma se poda. Dejan ver sus rudas caras, algunos
castaños caídos, que retorciéndose volvieron sus copas de nuevo
hacia la luz boreal. Los Alcornoques, parodian el ritmo de los
grillos. Parece un cuadro, todo parece fantástico y de fábula. Los
sentidos quedan hechizados, como si el bosque susurrase un idioma
suave y al mismo tiempo recio, poderoso. El ambiente se impregna de
colores tan vivos como brillantes, a causa de las gotas de agua que
se deslizan por nudos, brotes, tallos, ramas y rocas. Los insectos
corretean y vuelan por los laberintos vegetales.
No
va solo, también está con el, su compañero inseparable, el perro
de raza Bóxer, Chamán y una amiga de ambos.
Chamán,
es tan sigiloso, que consigue mezclar su ruido, con el sonido del
idioma montés. Son puro vínculo con el entorno. No cambian nada,
solo dejan su peso marcado en el suelo que pisan, por sus huellas. A
cada paso, más se aproximan a su meta.
El
hombre comenzó a hablar y cambió la energía del lugar. Todos los
seres que pernoctan en el bosque, dejaron sus labores, para escuchar
la cálida voz.
-
Estamos llegando, ya se aprecian las dos primeras casas… o lo que
queda de ellas.-
La
chica, apresuró su velocidad mientras le preguntó:
-
¿Cual es la historia de este lugar abandonado?.-
El
Caminante le respondió, con un breve resumen, lo que había leído
en algunos periódicos.
-Una
leyenda, cuenta que en esta aldea desaparecieron sus habitantes.
Muchos de sus parroquianos no saben ni que existe. En la prensa se
habló del tema y en algún programa de televisión. Incluso un
conocido escritor, contó y publicó un breve cuento. Dicen que en
las proximidades de estas ruinas, en este lugar, hay un tesoro
enterrado y que quien lo encuentre, atraerá una maldición. Lo
escondió un cura, por los alrededores de una iglesia, al que se lo
habían entregado unos ladrones que lo habían robado en un
monasterio. El cura apareció muerto y a los ladrones los asesinaron.
Después de eso, la aldea fue abandonada. En esa época, el siglo
(XVI), la Peste negra asoló con todo. Empezó a morir la gente, los
animales y las cosechas se perdieron.
Entre
los rumores también se habla de las incursiones de los pueblos del
norte de Europa. Los saqueadores dejaban su botín enterrado para
recogerlo en otro momento.-
Una
ardilla saltó de un Níspero al suelo. Alzó su cabeza y su cola y
los miró mientras aplaudía. Chamán fue a saludarla, pero ella no
esperó y de un salto se encaramó al torso de un pino. Lo recorrió
de forma ascendente en tirabuzón. Al llegar a una rama que le
proporcionó la seguridad que buscaba, se quedó inmóvil
observándolos.
-
Tenemos un espectador... seguiré, añadiendo que a este lugar, lo
llaman Aldea maldita. Mira que tenemos aquí, es Pie de Oso, una
planta medicinal que tiene virtudes tónicas, estomacales y es
estimulante, toda ella. Sus jóvenes tallos se comen crudos. Hierba
de Hércules. De sabor cítrico. Se puede confundir con el perejil
gigante, que es muy agresivo por su látex blanco y provoca muchos
accidentes anualmente…-
-
Si, mira... también crece Nueza Negra, que es tóxica, pero su raíz
sirve para elaborar ungüentos capaces de curar golpes y heridas.
También la llaman hierba de la mujer apaleada. Pero sigue, ¿apareció
algún cofre con un tesoro?.-
Chamán
bordeo las ortigas y husmeó un Saúco en el dialecto de los canes.
Ladró honestamente, y su compañero el Caminante, habló de nuevo.
-
Veo que te interesa... pues leí que apareció, hace muchos años,
una de las piezas más famosas. Un casco de oro, otros dicen que es
un Cáliz, que presenta una ornamentación con líneas y círculos
concéntricos muy profusa. Los arqueólogos no se ponen de acuerdo
para definirlo y se conserva en el museo Arqueológico de un castillo
con el nombre de un santo.-
La
brisa suspiró un llanto. Un susurro rebotó como un eco lejano.
Chamán se avispó.
-
¿Quién hay ahí…?-. La chica no daba crédito a lo que veía y se
aferró al brazo del guía.
-
¿Donde...?-. El Caminante sabía que algo no iba bien.
Chamán
estaba alerta mirando hacia el mismo lugar que la chica había
señalado. Inmóvil. En posición de defensa. Comenzó a gruñir y se
le erizaron los pelos desde el cuello al rabo. No era buena señal.
De
repente, apareció de la nada. Un ser vestido con la piel
despellejada de un jabalí. Se distinguía algo de la cara dentro de
la boca del cerdo salvaje. Detrás de sus colmillos, agachaba unos
ojos histéricos. Desequilibrados. Era una máscara macabra. Con una
hoz en cada mano, que eran pezuñas. Saltó desde lo alto del muro en
el que estaba agazapado y se plantó delante de ellos, a unos siete
metros, cortándoles el paso del estrecho camino. La emboscada los
había sorprendido y asustado. La cosa habló como vomitando cada
palabra, desde la cabeza degollada del animal.
-
"Veo basura por todas partes... basura humana... ¡¡Solo sois
sacos de huesos y carne putrefacta!!”.-
Esa
cosa no sabía que dentro del Caminante ya se estaba gestando un
contraataque.
-
“Tenéis el paso cortado, dad media vuelta y no volváis. Os
mataré...”-. Seguía balbuceando el ser.
El
Caminante avanzó mientras apartaba con suavidad a la chica y le
ordenó a Chamán que se estuviese quieto. En el primer paso, se
agachó y recogió un puñado de guijarros, piedras, polvo y arena,
con su mano izquierda. En el segundo paso, con su mano derecha, ya
tenía agarrada una vara de dos metros de longitud, que usaría de
lanza.
El
Caminante cargó contra el ser, que con aspavientos amenazadores,
movía las hoces.
-
“Soy un espectro de la hoz...”-. Gritaba el monstruo, mientras
lanzaba una de las herramientas, con tanta fuerza, que silbó en el
aire mientras giraba.
El
Caminante usó su mochila como escudo y la hoz rebotó, cayendo a sus
pies. Mientras el ser se disponía a lanzar la otra, aprovechó para
tirarle a la cara las pequeñas piedras, provocándole durante unos
segundos, que se atragantase con el polvo. También lo había cegado.
En ese momento, le asestó con la lanza un golpe seco en el esternón.
El ser, retrocedió, sin aire y sin fuerza. Una lluvia de golpes
punzantes le recorrió todo el cuerpo. Desde la cabeza a los pies. El
ser, dolorido, escapó por donde les había emboscado.
-
¿Que pasó?¿Que era eso?-. La chica ya estaba al lado del Caminante
con Chamán y tenía la hoz en su poder.
-
Eso… a saber. Es bastante peligroso venir aquí, por lo que veo, y
no precisamente por las maldiciones. No se como contar esto, si lo
denuncio a la policía… pensarán que estoy loco.-
-
No sabemos si era hombre o mujer, iba totalmente tapado… con un
cadáver de puerco...-. La chica dirigió su mirada hacia el lugar
por el que había escapado el ser perturbado.
Se
quedaron un rato mirando en silencio. Clavados al suelo. Digiriendo
lo que acababa de ocurrirles. Chamán siguió el rastro unos metros,
bosque adentro, hasta que el Caminante lo llamó con un silbido. Eso
los sacó del trance, que los mantuvo inertes casi un minuto.
-
De niño, tengo ido a robar fruta a las fincas. En alguna ocasión,
nos tienen lanzado, martillos, cuchillos, machetes e incluso
horquillas. También nos disparaban con perdigones de sal. Pero esto
es nuevo.- Recordó en voz alta el Caminante.
-
Eran otros tiempos.- Contestó la compañera. Chamán ya estaba con
ellos.
Continuaron
la excursión y observaron la aldea en ruinas. A pocos metros había
casas habitadas y huertos cultivados. No apareció ni un alma.
Presionados por la sensación de estar siendo observados, decidieron
marcharse de allí. Todo quedaría en el recuerdo de una experiencia.
Años después, hablarían del suceso entre risas y conjeturas, en la
terraza de una cafetería, también a mediados de Junio. Seguían
vivos. Su conclusión fue, que cuando se es pequeño, no le damos la
misma importancia a las cosas, como cuando somos mayores. Los miedos
son muy distintos... Al igual que el instinto de supervivencia. La
infancia es única e irrepetible. La madurez, es una celda oscura
llena de enemigos celosos de su patrimonio. Nadie cede un centímetro
en el reino de la escasez. Nadie.
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